miércoles, 21 de noviembre de 2012

Exorcizando demonios


¿Qué hacer para no sentir miedo? ¿Qué más podría hacer?
Siento que apenas me muevo, que vaya a donde vaya siempre estoy aquí, en el país del miedo.
Mi vida se asienta sobre arenas movedizas, y cuanto más me esfuerzo en salir más me anclo en este lodo.
¿De dónde sacar las fuerzas para no volver a perderme en el dolor?
Una parte de mí sólo desea huir de todo, sigue soñando con varitas mágicas y paraísos milagrosos,
con encontrar un lugar donde al fin me encuentre a salvo.
Pero ese lugar no existe, sólo los monstruos y los príncipes malvados
…y yo sólo soy una  niña pequeña eternamente aterrorizada,
puedo fingir ser otra cosa pero no engaño a nadie, ellos saben la verdad,
ellos siempre me encuentran debajo de mi disfraz,
ellos saben que no soy capaz de dejarlos atrás.

...¿o sí lo soy?

lunes, 19 de noviembre de 2012

Volverás



Hoy he visto tu sonrisa y me he vuelto a enamorar de ti.
Entre tantas lágrimas y tanta tensión
ya no me acordaba de lo bonito de verte sonreír.
Se me había olvidado la fuerza que tienes en tu interior,
la entereza que te sostiene a pesar de todo el dolor.
Hoy he visto tu sonrisa y algo se ha movido dentro de mí.
He recordado todas las cosas que te gustaba tanto hacer,
todas esas cosas que ansiabas y que ahora tienen que esperar.
Ha venido a mí el recuerdo de tu risa y tu alegría
en
aquellos días en que creías que pese a todo podrías.
Hoy he visto tu sonrisa y ahora sé que no fuiste un sueño.
Cómo te gustaba mirar la luna y sentir el frío,
cómo sentías mucho más que dolor y confusión y miedo.
Te he vuelto a ver recorriendo las calles y paseando entre árboles,
cruzando ríos, corrien
do por el parque y abrazando al viento.
Hoy he visto tu sonrisa y he sabido cuánto te echo de menos.
Y he sentido que el miedo no ha logrado apagar tu fuego
y que saldrás de tu capullo convertida en mariposa.
Y sé que realizarás los sueños que ni siquiera sabes que tienes
pero que se escapan por tus ojos cuando me miras desde el espejo.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Aceptar


Hay veces en que no paramos de preguntarnos el porqué
aunque sabemos que no tiene sentido
…que no tiene sentido aquello que ocurrió,
que no tiene sentido que nos pasase precisamente a nosotros
y que tampoco tiene sentido gastar nuestras fuerzas en tratar de entender.
Sabemos que no se trata de entender sino de aceptar, asumir y seguir adelante.
Pero seguir adelante no es forzarnos a no mirar atrás,
seguir adelante no es olvidar lo que pasó,
porque nada puede borrarlo
…y porque si se borrase nos borraríamos nosotros mismos.
Aceptar es asumir que aquello pasó y que no podemos cambiarlo,
que es así y que no tiene por qué tener lógica ni ser justo,
y que el dolor es normal y la cicatriz también.
Pero hay cosas que son terriblemente difíciles de aceptar,
porque no paramos de preguntarnos por qué
y de culparnos porque aún nos duela tanto.
Hay cosas que son terriblemente difíciles de aceptar,
que son terriblemente difíciles de aceptar que nos pasasen a nosotros,
cosas que parecen empujarnos a pensar en lo injusto de la vida,
cosas que aparecen y reaparecen cuando algo más nos lastima,
cicatrices que duelen siempre los días de lluvia
….o cuando algo remotamente se nos asemeja a la lluvia.
No está escrito que la vida tenga que ser justa,
pero nos hablan de la recompensa del esfuerzo,
del karma y de recibir lo que se da…
e igual esas creencias son las injustas.
Porque hay cosas que se escapan a nuestro control,
hay cosas que no buscamos ni consciente ni inconscientemente,
hay circunstancias que nos viene dadas y que nos marcan,
hay cosas que nos ocurren o nos hacen antes siquiera de tener conciencia propia.
“No podemos controlar lo que nos sucede pero sí cómo reaccionamos”
…pero cómo no reaccionar con dolor ante una herida profunda,
cómo lograr ver un avance si en vez de dos pasos adelante y uno hacia detrás a veces son tres los que retrocedemos,
cómo evitar que un simple roce fortui
to despierte ese dolor lacerante… y volver a anclarnos en el porqué.
Cómo desprendernos de los lastres que se nos impusieron para poder volar libres.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Impotencia


Esperando, siempre esperando,
sin saber por qué ni el qué ni de dónde ni a quién.
Esperando una pista que nos indique que somos reales,
que no somos intangibles, que podemos hasta actuar,
que nos somos sólo producto de nuestra imaginación,
que formamos parte del mundo real.
Esperando que nos den cuerda y podamos caminar,
que nos den el guión de nuestra próxima representación.
Esperando que algo terrible suceda,
que lo bueno saque su lado más oscuro,
que los monstruos se quiten sus caretas
y que nuestras fuerzas nos fallen una vez más.
Esperando que todo haya sido un sueño
o que exista una poción mágica que borre los recuerdos,
un hada madrina que nos lleve a nuestro mundo
o que por arte de magia nos dé autenticidad.
Esperando dejar de sentirnos tan sólo una sombra…
Esperando, siempre esperando.
…y en el fondo sabiendo que no hay nada que esperar.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Adelante



Camino sobre olas invisibles,
enfrentada a vientos y tempestades que sólo yo puedo sentir.
Y veo el sol entre las nubes y la lluvia en la sequía.
Navego sin rumbo y sin plazo
tan sólo el compás del tiempo que pasa sin retorno.
Y me abrazo a esas risas furtivas y a ese latido imperceptible para el resto.
Me levanto a duras penas,
me arrastro sobre mis maltrechas rodillas que apenas me sostienen.
Y miro alrededor y siento el aire entre las prisas y el sol entre las sombras.
Y sueño que nada anhelo y anhelo soñar un sueño y vivir entre la vida.

martes, 6 de noviembre de 2012

En la cuerda floja

Caminamos sobre una cuerda floja
balanceándonos sobre el abismo.
Pero a veces, de pronto o con previo aviso,
descubrimos que no hay tal abismo,
que tan sólo nos elevamos unos centímetros por encima del suelo.
Podríamos entonces bajar los pies al suelo
y echar a andar entre el resto de las personas
…pero cuesta mucho hacerlo.
Esos escasos centímetros se tornan un salto de fe:
¿y si sólo fuese un espejismo?
¿y si fuese peor sortear piedras que mantener a duras penas el equilibrio?
Así que seguimos en nuestra cuerda
trastrabillando y balanceándonos con el más leve soplo de viento
y preguntándonos por qué no podemos andar por el suelo como tantos otros
…aunque a veces esos otros caminan sobre sus propias cuerdas flojas
sorteando obstáculos que nosotros ni vemos ni adivinamos.
No queremos creer que nos valga más malo conocido que bueno por conocer
pero somos pruebas vivientes de la ley de la inercia,
vivimos convencidos de que nuestro malo conocido es lo único que hay
y aunque queramos escapar de ello en el fondo no creemos que eso sea posible.
A veces intuimos una puerta y anhelamos la posibilidad de cruzarla.
A veces hasta somos capaces de construir nuestra propia puerta de tránsito.
A veces nos aferramos a la creencia de lo bueno por conocer.
Y nos armamos con llaves y más llaves para tratar de abrir esa puerta.
En nuestro esfuerzo ni nos fijamos en las llaves que probamos,
en que algunas claramente son demasiado grandes y otras demasiado pequeñas
y que jamás abriremos así esa puerta.
A veces atrancamos la cerradura por poner demasiado empeño.
Otras veces perdemos a la esperanza por horas o por años
sin darnos cuenta de que a veces es la última llave la que abre la puerta.
…y a veces resulta que la llave ni siquiera estaba echada.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Fortaleza

Dicen que no puedes ser valiente sin tener miedo, que el valor es enfrentarte a tus miedos. Ojalá no supiera lo valiente que soy, aunque tener tanto y tantos miedos no me cuadra con la valentía.

Dicen que para ser fuerte tienes que tener problemas, que la fortaleza no se puede demostrar en épocas de bonanza. Ojalá no supiera lo fuerte que soy, tener que levantarse una y mil veces sólo me lleva temer las caídas.
Dicen que las penas y los golpes de la vida son inevitables y sé que tienen razón. Y te acostumbras a que siempre ronden por ahí y a capear el temporal, aunque eso te agote.
Y llegan cosas buenas, pero entre tantos zarpazos a veces ni se distinguen. Porque los zarpazos siempre llegan. A veces es una puñalada directa en el corazón y te la esperabas, pero no por eso duele menos, eso sí, con el premio agridulce de haber acertado en quién no podías confiar.
Otras veces recibes un puñetazo en la boca del estómago y te derrumba. Te quedas sin aire y hasta sin fuerzas para andar, y desde el suelo te preguntas por qué, por qué duele tanto, por qué así sin avisar, por qué siempre parece que la vida de los demás es más sencilla.
Y aunque no puedes más, logras enjugarte las lágrimas y vendar tus heridas y te levantas trastabillando y temblando. Y percibes sonrisas burlonas y comentarios hirientes ante tu supuesta debilidad. Y no puedes explicar que tus fantasmas se amontonan. Y piensas por qué para ti es tan difícil respirar. Sabes del mérito que tienes por seguir haciéndolo, pero no te lo acabas de creer, porque es algo tan natural que no debería costarte esfuerzo, sólo que para ti es un esfuerzo enorme, tan grande que te desgasta día a día, reto a reto, porque todo para ti es un reto.
Y un día, por un segundo, te descubres sonriendo, y hasta piensas que eres fuerte y que estás bien, hasta que vuelve a costarte un mundo lo más sencillo, y entonces piensas que todo era un sueño, que nunca lograrás vivir sin más, y a la par tratas de convencerte de que no es así, de que lo que haces tiene mucho mérito, de que has avanzado muchísimo, de que no estás abajo otra vez, de que mañana volverás a sonreír y a sentirte fuerte, aunque parezca que tendrás por siempre un agujero en tu alma.