miércoles, 23 de enero de 2013

Simplemente perfecta


Tienes miedo, lo sé. Yo estoy aterrada.
Siento tu dolor tan hondo y tu soledad tan profundas
que no sé cómo pudiste sobrevivir.
Pero lo hiciste. A tu manera, con tus pequeños recursos,
con el alma hecha añicos, confiando en quien menos debías,
invisible para todos hasta para ti misma
y soñando una vida donde no eras diferente,
una vida donde eras otra y no una niña con una falsa infancia.
Sé que sientes que yo también te he fallado,
porque he vuelto a caer y no he podido levantarme.
Pero, mi Niña, aquí en el suelo, estoy cogiendo fuerzas,
juntando los pedazos de mi corazón y curando mi esperanza.
Me he agarrado a donde no debía para coger impulso,
me he aferrado a lo que no podía sanarme,
porque no sabías hacerlo de otro modo, mi Niña,
porque tu dolor era tan fuerte que junto con el mío era demasiado.
Te dije que ya no había peligro, pero olvidé que no me lo creía.
Te dije que podíamos confiar en los demás, y se me olvidó advertirte que ellos también son débiles.
Porque yo soy débil, mi Niña, y necesito bastones para poder andar de nuevo.
Y tengo fallos y dudas y miedos, pero tengo muchas más capacidades.
Porque a pesar de todo, puedo cuidar de ti y de mí,
puedo permitirnos reír y hasta amar, puedo enseñarnos a Vivir.
Porque al saberme débil e insegura soy fuerte, porque somos fuertes.
Y saldremos adelante, mi Niña,
mi corazón partido y tu alma destrozada.
No busques otra mano, aquí tienes la nuestra.
Porque yo, cariño, somos simplemente perfecta.

lunes, 21 de enero de 2013

A lo lejos, al alcance de tu mano


A veces piensas que no puedes más y al rendirte es cuando puedes con todo.
A veces decides pasar página y entonces miras tu propia historia y tu vida te vuelve a enganchar.
A veces volver a empezar es cambiarlo todo por completo.
A veces seguir igual es aceptar que nada es igual durante más de un segundo.
A veces te doblas en dos y cuando estás cayendo te agarras a lo que sea por no caer al suelo.
A veces tocas fondo y puedes coger impulso para volver a salir a la superficie.
A veces tocas fondo cuando aún no tienes fuerzas para coger ese impulso.

Y entonces descubres lo poco que puedes controlar y lo poco que realmente necesitas controlar.
Y entonces te das cuenta de lo frágil que eres.
Y que salirte de los esquemas no tiene por qué ser andar a la deriva.
Y que aunque estés herida a muerte sigues respirando y el sol sigue brillando.
Y que aunque ahora no puedas correr ni tenerte en pie, no has perdido esa capacidad.
Y que cuando crees que no tienes nada que perder, dejas de luchar y puedes ganarlo todo.
Y descubres que los que se saben débiles son realmente fuertes.
Y entonces, aunque no sepas cómo encajarlo, te das cuenta de lo fuerte que eres.

Y ves la luz ahí a lo lejos, al alcance de tu mano pero sin tener ni idea de cómo alcanzarla.