viernes, 3 de mayo de 2013

Temblando en calma


Todo está en calma. Todo está bien.
Por fin siento otra vez el sol en mi rostro.
Por fin camino otra vez por las calles.
Todo va bien. Pero tengo un nudo de miedo.
Todo sigue como siempre. Parece que nada ha cambiado.
Pero no puede ser, yo sé qué ya no es lo mismo,
Sé que tengo que negociar otra vez las reglas del juego.
Sé que tengo que aprender a desenvolverme de nuevo.
Porque yo no soy la misma, ya nunca podré serlo.
Ahora soy más fuerte. Ahora me sé más vulnerable.
He recompuesto mis pedazos rotos,
pero lo que forman no es exactamente lo que era.
Sé que estoy bien. Sé que puedo.
Sé que no hay peligro ahí donde lo veía.
Sé que volverán el oleaje y las zarandadas.
Ya no me preocupa volver a tener que levantarme.
Todo está en calma. Todo está bien.
Ahora soy más fuerte. Ahora me sé más vulnerable.
Sé que estoy bien. Sé que puedo.
Sólo querría que desapareciera este miedo.

El perdón


Hace ya un mes que escribí esta entrada y no me atreví a publicarla. Hoy me he decidido. Pienso que la base permanece, aunque algunas cosas son distintas o seguiría sin poder mostrárosla.
El perdón es algo muy extraño. Tiene tantas implicaciones y recovecos que no me gusta pensar en él. Prefiero avanzar a mi ritmo, sin poner nombre a lo que pienso o siento al respecto, y desde luego sin ponerme meta a la cual llegar. …pero a veces la palabra “perdón” salta delante de mí para que le haga caso.
Perdón, olvido, rencor, consecuencias, cicatrices… ¿Cómo voy a olvidar el daño más profundo que se me infligió? Es más, ¿cómo podría hacerme a mí misma algo así? Porque si lo olvido sería como si todo mi sufrimiento hubiese sido en vano, como si nunca hubiese pasado, como si mis heridas fuesen una debilidad mía y no consecuencia de sus actos… pero en cierto modo mis heridas son mías, mi proceso es mío y mi fortaleza ganada a costa de mil batallas estarán ahí aunque nadie más las vea. Pero olvidar… sería dejarlos a merced suya, sería dejar de estar a alerta… sería como si sus actos no tuvieran consecuencias… sería como darles la razón a los que dicen que no fue tan grave y a los que dicen que no tiene por qué volver a pasar…
¿Es eso guardar rencor? Supongo que sí, porque una parte de mí no deja de clamar al cielo que pague por lo que hizo, que no es justo que tenga nada bueno, que nada tiene que poder redimirle… Y aunque el resto de mí piense que ya pasó, que fue circunstancial, que ya pidió perdón… pese a eso, lo otro pesa demasiado.
Y pienso que tengo derecho a liberarme de la carga de no poder odiarle pero tampoco perdonarle, pero también pienso que tengo que liberarme de la obligación de perdonarle, que no tengo por qué compartir mi vida con él más que en lo indispensable, que las heridas fueron tan graves que su sombra todavía me persigue y si alguien me roza me siento morir…
Me gustaría poder culparle de todo lo malo que ha pasado en mi vida, de todas mis taras y mis corazas, de todas las limitaciones que yo misma me he puesto intentando sobrevivir… pero sé que eso tampoco es justo, que mis reacciones y mi forma de sobrevivir son sólo cosa mía, por mucho que el daño que ocasionó esa respuesta fuese cosa suya.
Y con tanto rencor en el alma no puedo avanzar. Porque no puedo perdonarme a mí misma el no perdonarle ni el ser débil. Porque no puedo perdonar a otros sin vincular en mi interior todos los daños y las ofensas. ….porque me empeño en ponerle nombre a lo que no lo tiene, me empeño en ponerle meta a un proceso largo e indefinido, me empeño en saber lo que “debe” ser, me empeño en querer sentir algo que no puedo o que al menos aún no puedo …me empeño en seguir aferrada a él y al pasado a través del daño en vez de centrarme en mí y en el futuro y en todo lo que merezco vivir.
Y no sé cómo hacerlo, no tengo ni idea de cómo hacerlo, sólo sé que ahora estoy aquí… aunque tampoco sea qué o cómo es aquí.